Alborada o alba es el nombre que recibe el periodo en que las primeras luces del día comienzan a iluminar el cielo antes del amanecer.

Durante la alborada, la negra noche deja paso a tonos rosas, naranjas y dorados que pintan el cielo antes que el astro rey emerja sobre la línea del horizonte. Al término de aquellos coloridos instantes, una nueva jornada acaba de comenzar.

Aunque dura un rato largo, el rápido cambio de tonalidades y sensaciones sumado a la presencia majestuosa del Sol que con el avance de los minutos se presenta cada vez más potente, un observador distraído –o absorto en el espectáculo de la naturaleza– podría pasar por alto esos mágicos momentos en que la oscuridad se transforma en día.

Figurativamente, se suele llamar alborada a todo aquel periodo comprendido en los comienzos o principios de algún hecho o proceso significativo. Se habla así de los albores de la civilización, de la Humanidad o de la vida.

Jardín América, como proceso histórico también cuenta con su alborada. Se trata de aquellos años iniciales en que la idea fundadora germinó y después dio lugar a la ciudad floreciente de la actualidad.

Tras la simbólica noche –es decir, antes de mayo del 46– su cielo lentamente fue tomando color con la llegada de los visionarios fundadores. La intensidad de la luz del progreso aumentó con el paso de los años. Más habitantes y emprendimientos comenzaron a poblar la villa que se transformó en un pueblo, el que luego se hizo una pujante ciudad.

El Sol se asomó y casi en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos ante una ciudad que no detiene su avance. Absortos por ese crecimiento, podríamos correr el riesgo de no advertir u olvidar los ricos sucesos que acontecieron en aquellos albores.

Hacer la crónica de un proceso fecundo como el de la evolución de una ciudad podría enfocarse desde diversos puntos de vista. Al proyectar este libro elegimos hacerlo no como un manual de Historia, sino como un libro de historias. Historias sencillas, historias pequeñas, historias cotidianas. Historias jardinenses. Para una ciudad que aunque crece se toma el tiempo de mirar atrás y no olvidar su pasado.

Los relatos son acerca de vecinos de diversas épocas protagonizando hechos de su vida cotidiana. Pretendemos rescatar esas historias simples que se cuentan en una sobremesa o en una reunión entre antiguos pobladores. Varias de las historias son risueñas –quizás porque suelen ser las que perduran más tiempo en la memoria–, otras relatan sucesos curiosos y otras tratan sobre personajes singulares que caminaron nuestras calles.

Colectivamente, estos relatos buscan rescatar de la memoria y dejar por escrito esas pequeñas historias del día a día, con el objeto de que éstas no se pierdan con el paso del tiempo y la natural desaparición de sus protagonistas y testigos.

Como es de suponer, lo que aquí presentamos es una pequeña selección del innumerable caudal de sucesos que una ciudad como la nuestra encierra. No busca ser una lista exhaustiva, sino un punto de partida para seguir rescatando ese rico pasado que compartimos los habitantes de Jardín América.

A los que vivieron en aquellos años los invitamos a recordar con nosotros vivencias de esa época. A los jóvenes y a quienes se afincaron en la ciudad en épocas recientes, el convite es para conocer un poco más de esos acontecimientos que hacen a la memoria de un pueblo.

El diccionario incluye varias definiciones para la palabra alborada. Además de “tiempo de amanecer”, una de las acepciones es “composición poética o musical destinada a cantar la mañana”.

Vaya pues este nuestro canto a la metafórica mañana jardinense que recién comienza. Delante, el día radiante se encuentra lleno de oportunidades por aprovechar.



Ignacio Arrieta – Ariel Arrieta
Jardín América, Misiones
febrero de 2015